Recuperar historias
Maura Beatríz Huanca Burgos nos cuenta cómo es ser estudiante y trabajadora agropecuaria.
- ALUMNOS
Estamos en noviembre, si fuera como los años que habitamos la Facultad estaríamos esperando ver cómo los jacarandá del jardín de la memoria se vuelven lilas, y el paisaje hermoso y el jardín habitado de estudiantes en ronda. Juntaríamos algunas moras de los árboles que están sobre avenida sesenta. Palpitaríamos los viajes de fin de cursada, la fiesta de egresados, la entrega de diplomas, les estudiantes del último año de la secundaria transitando los pasillos en búsqueda de la ventanilla del Departamento de Alumnos.
Quién se hubiera imaginado que un año entero pasaría del otro lado de una pantalla, que las aplicaciones de videollamadas se volverían cotidianidad y cercanía.
Maura Beatriz Huanca Burgos es estudiante de nuestra Facultad, tiene veinte años y vive desde hace cinco en Lisandro Olmos, en donde además de ser estudiante, hija y tía, también es productora agrícola. Está en segundo año de la carrera de Ingeniería Agronómica y nos va a contar un poco su historia.
Maura tiene una voz muy dulce, habla de una manera que te hace sentir cerquita, haciéndote parte de cada una de las cosas que te va contando. Se presenta sin rodeos, contextualizándonos en fecha y pasos concretos. “Soy boliviana, tengo 20 años, vivo en Lisandro Olmos, soy productora agrícola y actualmente estoy cursando la carrera de Ingeniería Agronómica. Vivo con mi mamá, mis hermanos y sobrinos, en 2017 terminé la secundaria, durante el 2018 me dediqué a trabajar y conseguir el analítico porque no traje toda la documentación desde Bolivia, hice hasta tercero de la secundaria allá. Ingresé a la Facultad en 2019. Un día mío ahora depende de los días, algunos me medico a estudiar, otros estoy en la quinta, en el invernadero. Me tengo que levantar muy tempranito por el calor, hay que entrar a las cinco de la mañana al invernadero y salis a las nueve porque a esa hora ahí ya está haciendo calor, y cuando es así no te podes quedar porque te podes enfermar estando ahí adentro. Cuando estoy dentro veo si hay para regar, podar, cosechar. Después salgo, cocino, y hasta las cuatro más o menos estudio o hago otra cosa de hogar. Y luego a la tarde se puede volver a entrar al invernadero, hasta las ocho de la noche.”
Maura se pasó casi todo su segundo año de carrera cursando de manera virtual. “Para mí ingresar a la facultad se me hizo lindo y complejo porque dejé a mi mamá en la quinta a trabajar sola, mis hermanas estudiaban, mis hermanas viven cerca de mi mamá pero cada una tiene su familia, entonces mi mamá estaba sola trabajando, porque yo tenía que estar mucho tiempo en la Facultad. También es complicado ir a la facultad, porque yo no conocía el centro, tomarme el micro, no sabía dónde pararme, los gastos del micro, el primer año se me hizo difícil, cuando conseguí la beca del micro se me facilitó mucho porque era una ayudita más para mi mamá, para que no me tenga que dar el gasto del micro, que cada vez aumentaba más. A veces me venía de la facu, llegaba a casa a comer, porque no tenía la beca del comedor, no pude tramitarla. Entonces volvía a casa a almorzar, y a la tarde ayudaba a mi mamá en el invernadero. Salir muy temprano de aquí, volverme, almorzar y ayudar a mi mamá. Así fue mi primer año de facultad”.
Maura no es la única estudiante que además de cursar, trabaja en la quinta, toma a diario un colectivo y administra el tiempo entre trabajo, familia y estudio. Nos cuenta qué lugar ocupa el estudio y el trabajo en su vida, y cómo es el sistema en el que vivimos, que nos lleva a tener que producir sí o sí para poder pagar y que la rueda siga girando, el sistema que no da tregua, que no espera ni entiende de tiempos y procesos. “Al invernadero a veces lo tengo como algo que me genera dinero, entonces le presto atención porque sino no sacás para pagar el agua, el alquiler, la luz, porque aquí llega mes a mes y no te dice aguantá porque sino plantás y cosechás no te cobro el alquiler, aquí hay que pagar el alquiler, entonces eso te obliga a trabajar, a que no se eche a perder la verdura, esas cosas. El estudio lo tengo que tomar con mucha importancia porque sino te retrasas años y cada vez alargás más los años de carrera, y eso no es bueno, entonces llevarla al día genera que aprendas y aprendas bien. A veces estudiar se me hace difícil, porque tengo a mis sobrinos y ellos vienen a casa y quieren jugar, o a veces estoy en la clase de zoom y ellos están ahí y hacen ruido, entonces tengo que tener silenciado el micrófono porque están mis sobrinos y eso un poco me desconcentra. Este año se me hicieron difíciles las clases virtuales por el tema de la señal y con el celular solo se me complicaba muchísimo, se me llenaban los archivos y se me saturaba el teléfono. Por eso cuando habilitaron la beca dije sería lindo poder tener una PC porque me facilitaría un montón, con la ayuda de compañeros y conocidos pude inscribirme a la beca y cuando salió aprobada me sentí muy feliz, y pude seguir con las materias con más entusiasmo de la que ya tenía”.
Habla con mucha determinación y convicción de qué fue lo que la motivó a estudiar agronomía, en pocas palabras nos explica la importancia de producir de manera agroecológica. “Decidí estudiar agronomía porque como estaba tan pendiente en el 2018 trabajando en el invernadero vi que muchos quinteros y productores, agarran lo más fácil que es comprar un veneno para matar el gusano que entró al tomate, a la acelga. Había pocos productores que trabajaban de manera agroecológica y ver que usen tanto veneno, que estás cultivando algo poco sano, eso no te da ganas de comer ni la propia verdura que cultivas. Por esto fue que pensé ser Ingeniera Agrónoma, para trabajar para ver qué le podés hacer a la berenjena y al resto de las verduras que no sea echarle veneno para que sea mejor, cómo cultivar de otra manera, cómo empezar a producir agroecológicamente. Porque producir de esa manera te lleva tiempo, necesitás un alquiler más barato, porque el fin de los productores al echarle más veneno es que el proceso de cultivo sea más rápido, para que no entre el gusano, para que te rinda más, para que te dé más frutos, es como explotarle la tierra, entonces yo dije no aquí hay algo mal, debería haber otra manera de producir, que no explotemos tanto la tierra y que tengamos frutas y verduras sana. Por ese motivo decidí estudiar, para aprender, y también porque me gusta trabajar en la quinta, con las plantas. Pero no con tanto químico, eso me alarmó mucho. Antes tal vez llegaba de la escuela, ayudaba a mi mamá después de comer, regaba las plantas pero no veía que al rato le estaban echando veneno, ese año que estuve dedicada al invernadero lo ví. Sí es un trabajo muy cansador el invernadero y todo eso, pero había cosas que mejorar en la producción y eso me llevó a estudiar agronomía”.
Durante todo el relato Maura habló de una manera decidida y amorosa, orgullosa de su trabajo, de su vida y sus elecciones, yendo paso a paso, contando paso a paso, sin apresurarse, tratando de elegir pero con determinación. “Tengo pensado, me imagino un futuro trabajando haciendo asesorías agrícolas o también operativas, me gustaría trabajar por cuenta propia. Pero todavía no lo sé, a lo largo de la carrera voy a ir viendo qué cosas me gustan más y así puedo elegir algo a qué dedicarme”.
Contar la experiencia de Maura, poder dar cuenta de la diversidad de nuestro estudiantado, refuerza la importancia de que la Educación sea Pública y Gratuita.