Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales
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Marta Colares y el gran desafío

Compartimos la voz de la Profesora que está pronta a jubilarse.

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Esta es la última semana de un año que fue, como dirá Marta Colares en esta nota, el gran desafío. Un año que nos puso en jaque en muchísimos sentidos, y en relación a nuestros trabajos nos llevó a tener que adaptarnos y buscar otras y nuevas formas de hacer. Pero ya mucho se ha dicho de las dificultades y lo que nos ha implicado éste 2020 como trabajadores y trabajadoras de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata. Por eso en esta oportunidad elegimos compartir la voz de la Profesora Marta Colares, quien pronta a jubilarse nos contará sobre su recorrido e historia dentro de nuestra Facultad. 

Cabe aclarar que el año pasado se llevó a cabo en diciembre un acto de entrega de medallas y reconocimiento a Docentes y Nodocentes ya jubilados y prontos a jubilarse, lamentablemente este año ese acto no puede realizarse por las razones que bien sabemos, y es por ello que compartiremos la historia de Marta.

***

 Mi nombre es Marta Colares, entré a la facultad en febrero de 1978 para hacer el curso de ingreso y me recibí de Ing. Agrónoma en agosto de 1984. En abril de 1987 me presenté para cubrir un cargo de ayudante diplomado en Morfología, en ese momento la materia se llamaba Botánica General, y ya nunca más me fui de allí. Con los años accedí al cargo de Jefe de Trabajos Prácticos y desde agosto de 2018 me desempeño como Profesora adjunta interina, cumpliendo con las tareas de ese cargo hasta el momento que se haga efectiva mi jubilación.

La Facultad es mi casa, hace más de 40 años que la transito, conozco sus pasillos, sus laboratorios, sus aulas. A través de los años la vi más cuidada, menos cuidada, sufrí con el incendio y me produce una gran alegría cuando veo que se hacen obras para ponerla en valor, ya que es un edificio histórico y un orgullo para todos los que trabajamos en él.  Pero sin dudas mi lugar en la Facultad es el Botánico: la casa donde trabajamos, nuestro laboratorio, el aula Hauman, el invernáculo, un lugar centenario que pudimos recuperar, no sin esfuerzo, y por supuesto todo esto en el entorno del Jardín Botánico, un espacio tan importante para estudiantes, docentes y para toda la comunidad.

En relación a mi trabajo dentro de la cátedra, fundamentalmente, participé en las actividades de docencia, pero con los aumentos de dedicación que trajeron aparejados los nuevos cargos, formé parte de proyectos de investigación y extensión. En investigación siempre trabajé en anatomía vegetal, sobre todo de plantas medicinales, lo que motivó mi inquietud de hacer el Magister en Plantas Medicinales en la Facultad de Cs. Exactas, el cual concluí en diciembre de 2010. En extensión colaboré con los cursos a la comunidad organizados a través del Jardín Botánico que lleva adelante la Ing. Valentina Heiderscheid. Justamente a través de esos cursos me acerqué a la Cooperadora de la Facultad y comencé a colaborar activamente junto a Elisa Miceli y el resto de la comisión directiva, tarea que sigo haciendo hasta ahora.

Si bien desde hace muchos años participo en trabajos de investigación, lo que me define es la labor docente, “ser docente”. Siempre en la cátedra lo entendimos así: una dedicación muy grande con la docencia, que no se reduce meramente al dictado de clases, sino que va más allá y se entiende como un compromiso total con esta labor. Si hay algo que me enorgullece en este momento de la despedida es el haber formado parte de un plantel docente que siempre tuvo presente que lo más importante de nuestra tarea son los estudiantes, si ellos no están, nosotros no tendríamos razón de estar aquí y ahora. Ese fue el motivo por el cual, con el correr de los años, comencé a buscar herramientas que me permitieran fortalecer la labor intuitiva que fue la forma en que comencé a desarrollar esta actividad. Módulos de la Unidad Pedagógica, talleres, la carrera docente, todo eso y mucho más me permitió adquirir conocimientos, conocer a muchos docentes con los que pude intercambiar experiencias, realizar trabajos de investigación en el campo de la enseñanza, asistir a congresos, etc. que me prepararon para afrontar con más soltura la tarea docente.

Los recuerdos vienen a montones, de mi época como estudiante recuerdo momentos amargos, mi primer examen final desaprobado, momentos gratos, como cuando aprobé Fitoquímica (la materia “filtro” de aquella época), también los viajes con mis compañeros en el “Azote” el micro azul con el que nos trasladábamos. También tuve la suerte de tener  grandes profesores como los ing. Arriaga, Alippi, Arturi, Vidal, y tantos otros, verdaderos referentes en sus áreas, pero también recuerdo con mucho cariño, viéndolo ahora a la distancia,  a las pocas profesoras mujeres que había por aquellos años como la Ing. Volkart, a quien tuve luego el placer de conocer ya como docente y así perderle el miedo que le teníamos cuando era nuestra profesora de Botánica, la ing. Arona, la Ing. Rumi, quienes lograron sobresalir y ser reconocidas en sus disciplinas en un ambiente en donde las mujeres eran francamente minoría. Por suerte eso cambió y hoy no es ninguna novedad tener profesoras mujeres. Pero claro, era otra época y no existía la cercanía que hoy día tenemos docentes y estudiantes, por eso un soplo de aire fresco fue cursar Economía, siempre la recordaré como la primera materia en donde los profes nos dejaban tomar mate durante las clases.

Un recuerdo que rescato, ya como docente, fue el haber participado en la organización del IV Congreso Nacional y III Congreso internacional de enseñanza de las Ciencias Agropecuarias en el año 2012 que tuvo como sede nuestra Facultad. Para ello formamos un gran equipo, trabajamos con mucho entusiasmo y responsabilidad y el resultado fue un congreso impecable que además personalmente me permitió conocer muchos compañeros y entablar relaciones que aún perduran.

La primera comisión de trabajos prácticos la tuve a mi cargo en el año 1988, la última, en el 2018. Siempre di clases de trabajos prácticos, fundamentalmente en el laboratorio Parodi, únicamente estos dos últimos años dicté clases teóricas en el Anfiteatro grande. Por eso los recuerdos siempre estarán ligados a los estudiantes. Pero lo que me llevo es la tranquilidad de saber que pude adaptarme a los cambios lógicos que fueron aconteciendo con el paso del tiempo: cambios de paradigmas en la educación, cambios en el perfil  de los del estudiante ingresantes, de costumbres, modos, maneras tan distintas a las que había cuando yo era estudiante o a las de mis primeros grupos de alumnos. ¿Todo tiempo pasado fue mejor? Tal vez en algunas cosas añoremos como era antes, pero prefiero la relación cercana que hoy tenemos docentes y estudiantes, desacartonada pero respetuosa, una relación de ida y vuelta, eso es lo mejor que me dejó mi paso como docente de la Facultad.

Cuando empecé mi trabajo en la cátedra, allá por el año 87, jamás imaginé este final. Este año 2020 fue el gran desafío para todos. Nos tocó comenzar el Aspo apenas dos semanas después de iniciada la cursada. Pero a pesar de todas las dificultades salimos adelante, formamos un gran grupo que en todo momento puso todo de sí para que los estudiantes pudieran recibir sus clases, fueran evaluados en tiempo y forma y fundamentalmente se sintieran acompañados y contenidos. Por ello todo mi agradecimiento a mis compañeros de Morfología, que, sin distinción de cargo o dedicación, se pusieron al hombro la cursada 2020 con imaginación y entrega, que estuvieron en todo momento buscando la solución al problema de la falta de conectividad, a la falta de computadora, a los problemas personales de los alumnos. La recompensa fue el agradecimiento y la tranquilidad de saber que hicimos ni más ni menos que lo que teníamos que hacer.

Por último creo que una vez que mi jubilación sea efectiva, seguramente seguiré ligada a la Maestría de plantas medicinales y sin lugar a dudas seguiré trabajando desde la cooperadora junto con Elisa, Vicky y todos los que forman la comisión directiva desde cualquier lugar que me toque ocupar, porque es un compromiso que asumí y también porque lo siento como una forma de devolverle a la facultad todo lo que me brindó desde que entré por primera vez, aquel lejano febrero de 1978.

 
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